JUSTIFICACIÓN TEÓRICA
A. DIALOGISMO
La experiencia en el desarrollo de los cursos de Lectura y Producción de Textos, ha demostrado que partir desde la teoría Dialógica propuesta por Miajail Bajtin ha sido no solo acertada, sino, pertinente al momento actual y efectiva en el proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Por lo anterior se expone algunos apartes importantes de la teoría en mención, que dan cuenta de su trascendencia en la vida académica.
Hasta hace poco era posible separar el estrecho vínculo que tiene el lenguaje con su uso, sin embargo, estudios recientes confirman que ya no es viable subestimar la función comunicativa de la lengua, limitando su estudio a la parte gramatical que utiliza un hablante “pasivo”, pues su enunciado obtendrá una respuesta que el oyente actualizará oportunamente. Es decir, en todo discurso los participantes son activos, solo que quien escucha procesa su respuesta y la actualizan en el momento de hablar.
La propuesta de Bajtin es:
“El diálogo puede ser comprendido extensivamente, no solo como la comunicación verbal, directa y oral de las personas presentes, sino como una comunicación discursiva, del tipo que sea. Un libro, es decir, una actuación discursiva impresa es también un elemento de la comunicación discursiva.
Como tal se discute en un diálogo directo y vivo, pero además, esta comunicación discursiva está orientada hacia una percepción activa, orientada con una elaboración y con la replica interna, así como hacia una reacción impresa organizada en las más diversas formas creadas a propósito en una esfera dada de la comunicación discursiva (reseña, exposiciones, críticas que determinan la influencia sobre los trabajos posteriores). Además, una semejante actuación discursiva está orientada hacia las actuaciones anteriores en la misma esfera del mismo autor o de otros, y parte de un determinado estado de un problema científico o de un estilo artístico...”[1]
La cita aclara que el dialogismo no es condición únicamente del lenguaje oral, sino que incluye al lenguaje escrito, que tiene como base la interacción del escritor y el lector y así mismo de las diversas voces, discursos, conciencias que estén presentes en el texto.
En el proceso de producción textual el hablante-escritor tiene como tarea fundamental organizar estratégicamente el texto, adecuar conceptualmente una experiencia en un mensaje y ajustar éste a sus oyentes-lectores. Es así como quien escribe debe tener conciencia de la relación con su posible lector, el marco de la comunicación: condiciones, materiales, espacios, tiempo y toma de decisiones en relación con el léxico que considera más apropiado, el registro de lengua -formal, informal- y el tono –amistoso, solemne, familiar- de la situación de comunicación.
La dialogicidad está siempre presente, sea el texto oral o escrito: en este sentido, la pregunta Bajtiniana ¿Quién está hablando (o escribiendo)? Es fundamental para determinar tanto el locutor, el auditorio o destinatario, así como el qué, cómo, cuándo y dónde de la situación comunicativa presente en cada texto.
En un texto escrito la dialogicidad es oculta o encubierta, por cuanto el otro está en forma invisible: sus palabras no están allí, pero sí lo están virtualmente ejerciendo una influencia determinante en todas las palabras presentes. Este rasgo estructural, como señaló Bajtin (citado por Werstch), varia con los diferentes tipos de discurso:
“Este cambio de los sujetos hablantes, que crea los límites bien marcados el enunciado, varía en su naturaleza, y adquiere diferentes formas en las heterogéneas esferas de la vida y de la actividad humana, dependiendo de las funciones del lenguaje y de las condiciones y situaciones de la comunicación”[2]
Es así como en esta condición de los textos, podemos encontrar actos del lenguaje tales como enunciado-réplica, entre las que Bajtin incluyó pregunta-respuesta, afirmación y objeción, afirmación y asentimiento, sugerencia y aceptación, orden y ejecución; para Bajtin diálogo y pluralidad de voces son términos relacionados.
“Así, los enunciados no solo adoptan una orientación social en el sentido de expresar la perspectiva del hablante (perspectiva que incluye la del oyente), sino que también incluye “otras voces” sociales ...”[3]
También el concepto de género discursivo que Bajtin propone es pertinente; pues no corresponde al género de la literatura, sino a una noción que amplía el horizonte a cualquier tipo de discurso con el propósito de dar cuenta de las prácticas sociales que se dan en cada esfera de la comunicación. La atención no se centra sobre las reglas formales sino sobre la multiplicidad de los usos de la lengua, los contextos y los usuarios.
Al hablar de la teoría Bajtiniana es necesario recordar además que cada enunciado no solamente interactúa con otro que está frente a sí (dialogismo) sino también con la otredad de lo ya dicho, con la palabra ajena, de la que aprendí la propia, aquella que está en la lengua y en la cultura.
Para concluir, el diálogo, la presencia del otro está allí, para ayudar a exteriorizar, para recuperar la memoria, la búsqueda de sentido. Lo que obliga a profundizar a través de la interdisciplinariedad, en aspectos que aquí se exponen brevemente.
[1] BAJTIN, Mijail. (Voloshinov) El Marxismo y la Filosofía del Lenguaje, Madrid: Alianza 1992, p.133
[2] Werstch, James. Voces de la Mente: Un enfoque sociocultural para el estudio del acción mediada. Madrid; Visor. 1993. p-129
[3] VILA, Ignacio. Notas para la investigación, Barcelona: Inédito. 1.996. p. 44-45
martes, 30 de marzo de 2010
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